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Mostrando las entradas de mayo, 2024

Límites

  En medio de una nada abrasante, en medio de un vacío en el que  SÓLO se encuentra mi aura. Encerrado en la infinidad de los límites, esos límites que no existen pero que duelen, que atrofian, que desgarran, que abrasan. Ensimismado en ese negro (¿o blanco?)  invisible que evita que siga a mi paso, aunque camine cien kilómetros. Pues no hay trayecto si no hay límites, y no hay vacío que los tenga.

Fuga de amor

  El amor se fuga de mi Corazón, se queman mis entrañas, mi piel se estremece  y mis extremidades se entumecen. La cuerda que sostiene mi razón se convierte en un hilo que amenaza con romperse.  —Concédeme una tregua, Corazón, pues todo mi ser sufre—digo. —Lo único que tienes que hacer es seguirme—responde—,  pues de otra forma te arrepentirás para siempre. “Si quieres que me calme, debes escucharme, pues vencerme es inevitable,  y si quieres plenitud, amor y virtud, lo que tienes que hacer es no aplacarme.” El amor se fuga de mi Corazón, se queman mis entrañas, mis huesos se congelan, y mi cuerpo sólo se engaña. Entonces sigo al Corazón, lo escucho y no lo aplaco. ¡Por fin el destino es conmigo amigable!

¿Por qué el poeta habla de lo mismo?

  Destino, vacío, tormento, vida, escarnio, dolor, pasión, muerte, independencia, fragilidad, revolución,  deseo, anhelo, pasado y más que nada amor amor amor. Porque no escribiría de otra cosa. Porque si no existiera esto, la poesía tampoco. 

Nube blanca

  Una nube blanca que cubre las estrellas, su brillo deslumbra y mi corazón se despeja. El cielo se limpia, y la nube está conmigo. Siempre pequeña,  siempre risueña. Su sonrisa a mi corazón vida le quita,  pues al verla mortalmente  palpita.  Y es el sueño quien  la recuerda, y al despertar  es su olor quien  no la olvida.

Vibraciones

  Las nubes desaparecen, el sol cede y el calor nos da una  tregua. El cielo está a punto de ser naranja, la multitud alrededor su tamaño disminuye, y nuestros corazones laten con la misma  frecuencia. Vibraciones intensas desatan una reacción química,  nuestros ojos anhelantes no desean  el final.  Silencios con brisa penetran nuestra piel, los árboles frondosos nos cubren  como viejos sabios  que lo han visto miles de veces  y esta no sería la última.