Contestar preguntas sin tener respuesta
Me encantaría saber cantar, dijo ella, y saber volar, y saber soñar. Pero eso es imposible, dijo él, pues tienes que tener voz, alas y… Se quedó callado.
¿Qué se necesita para soñar? Pensaron ambos, sin decirlo. Pero sabiendo que cada uno había pensado lo mismo, sin saberlo completamente. Y de esta forma, sabiéndolo pero sin saberlo, se miraron a los ojos sin callar los pensamientos.
Para soñar se necesita, dijo ella, nada más que estar dormida y llevar mi espíritu a través de ese mundo al cual se llega por un camino que nadie, solamente el espíritu, sabe su entrada.
Muy cierto, dijo él, entonces los sueños no son nada que nosotros, ahora como estamos, podamos concebir; y llegamos a lo mismo.
Sí, dijo ella, es contestar una pregunta sin tener respuesta, pero de eso se trata soñar, ¿no?
¿De qué?, dijo él. Se trata, dijo ella, de no tener respuesta a nada, simplemente soñar. Y agregó después de una pausa, de no tener respuesta a nada, pero de saber qué pregunta se intenta contestar, y en efecto, contestarla, pero nunca será algo exacto.
No entiendo, dijo él. Yo tampoco, dijo ella. Y ambos se rieron y se miraron y ya no volvieron a decir nada.
Y esa misma noche soñaron, y la siguiente, y toda la semana, y el resto de sus existencias, sin saber qué era soñar, y qué se necesitaba para soñar; pues si no lograron contestar la pregunta sobre qué era un sueño, aún menos lograrán saber qué se necesita para conseguirlo.
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