La nueva luz (y vida) de mi generación
Todos recordamos al pie de la letra lo que hacíamos ese día. Es la historia de nuestra generación; y esta generación que somos, al ser marcados por este hecho, lo llevaremos como consigna en años posteriores para rememorarlo entre nosotros, tomarlo como estandarte para nuestro progreso y narrarlo a nuestra descendencia.
¿Dónde estábamos el día en que empezó el confinamiento? ¿Qué estábamos haciendo? ¿Cómo reaccionamos ante ello? Son las preguntas que nos hacemos ahora y que no dejaremos de hacernos (a pesar de saber su respuesta) hasta que la muerte nos silencie para siempre.
Para algunos empezó el trece de marzo, para algunos tantos una semana después, para otros nunca empezó.
Pareciera que en realidad no hay una fecha de comienzo para nadie, pues a más de un año de esto, todo lo que vivimos está tan normalizado, que las épocas en las que éramos inocentes se han disipado en las brumas del pasado de tal manera que esos recuerdos ya no significan nada; pues rememorarlos, aunque es posible, pareciera como si de un sueño se tratara.
Como si hubiéramos vivido en otra persona; como si hubiéramos estado en otra época; como si esta vida, la de hoy, fuera una reencarnación de esa otra existencia pasada.
Y así fue, y así es. Ese día que ya aconteció (¿o que no aconteció en realidad?), murió algo en todos nosotros, para que algo nuevo naciera, floreciese, y se generara una pequeña chispa de luz en la inmensidad que nadie pensó que se iba a crear.
Muchos no la han encontrado, pero estos tiempos difíciles definirán nuestra forma de ver el mundo. Y nos quitaremos los paradigmas que antes teníamos, y una nueva filosofía, y nuevas corrientes del pensamiento llegarán. Nos saldremos de la burbuja en la que estamos para darnos cuenta de que no somos nada, no valemos nada para el destino implacable que tanto nos atormenta con su imparcial proceder; pero a la vez que somos tan importantes y tan preciados para nosotros mismos, que tanto valoramos le damos importancia a lo más ínfimo que este desdichado destino.
Y todo eso que impide nuestra existencia y nuestro progreso, se disipará junto con nuestra vida anterior para impulsarnos hacia lo que más anhelamos en esta tan apreciada estancia terrenal: vivir.
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