La chispa que no enciende
Sentado ante el piano, solo, acariciando las teclas con ganas de tocar, de crear. Sin nada en mí, la chispa se enciende, varias chispas iluminan mi mente, pero ninguna se mantiene y se estabiliza como llama. El encendedor no sirve, simplemente tengo que tirarlo y comprar uno nuevo. Ligeros atisbos de luz generan notas aisladas, melodías sin sentido, que lastiman más mi corazón que mis oídos. No puedo unir todo y hacer. No puedo crear. No puedo tocar. Y mientras tanto mi cabeza se llena de más niebla y se oscurece a media noche, sin yo lograr encender ni siquiera una mínima parte de ese fuego que incendiaba y destruía y era hermoso, pues era mío. Pero así como hay media noche, llegará la mañana, para convertirse en mediodía.