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Mostrando las entradas de mayo, 2021

La chispa que no enciende

  Sentado ante el piano, solo, acariciando las teclas con ganas de tocar, de crear. Sin nada en mí, la chispa se enciende, varias chispas iluminan mi mente, pero ninguna se mantiene y se estabiliza como llama. El encendedor no sirve, simplemente tengo que tirarlo y comprar uno nuevo. Ligeros atisbos de luz  generan notas aisladas, melodías sin sentido, que lastiman más mi corazón  que mis oídos. No puedo unir todo y hacer. No puedo crear. No puedo tocar. Y mientras tanto mi cabeza  se llena de más niebla y se oscurece a media noche, sin yo lograr encender ni siquiera una mínima parte de ese fuego que incendiaba y destruía  y era hermoso, pues era mío. Pero así como hay media noche, llegará la mañana, para convertirse en mediodía.

Sin saberlo

  Los humos suben al quemarse la casa que yo habitaba sin saberlo, recorriendo el oscuro cielo  hasta arriba, para desaparecerse sin yo  verlo. Siento el calor inundando mi cuerpo de una pasión que no existía, en una casa en la que yo vivía, sin saberlo. Se cayeron los cimientos,  los cuartos, los techos; y yo, viéndolo pero sin saberlo, no podía menos que creer que mi vida no era más que un sueño. Impertérrito, sin miedo,  pero estupefacto, contemplaba la escena que mis ojos veían, que mi cuerpo  sentía, que mi corazón latía; pero que mi alma no creía. Y así se cayó mi casa, en la cual habitaba, sin saberlo, como en un sueño; y que lo único real era lo que yo estaba viendo.

Contestar preguntas sin tener respuesta

  Me encantaría saber cantar, dijo ella, y saber volar, y saber soñar. Pero eso es imposible, dijo él, pues tienes que tener voz, alas y… Se quedó callado.         ¿Qué se necesita para soñar? Pensaron ambos, sin decirlo. Pero sabiendo que cada uno había pensado lo mismo, sin saberlo completamente. Y de esta forma, sabiéndolo pero sin saberlo, se miraron a los ojos sin callar los pensamientos.         Para soñar se necesita, dijo ella, nada más que estar dormida y llevar mi espíritu a través de ese mundo al cual se llega por un camino que nadie, solamente el espíritu, sabe su entrada.            Muy cierto, dijo él, entonces los sueños no son nada que nosotros, ahora como estamos, podamos concebir; y llegamos a lo mismo.           Sí, dijo ella, es contestar una pregunta sin tener respuesta, pero de ...

Madre nube, hija lluvia

  Oh, lluvia, ven a mí. Que tu viento revuelva mis cabellos, que sus alas me lleven a través de ti, que tu agua empape mis ropas  y encharque mis botas. Moja los calcetines hasta que entren en contacto con mi pie, besa mi cara hasta arrugarla con tu humedad, y entra en mis ojos hasta que no pueda evitar cerrarlos más. Pero eso sí, lluvia, ven a mí. Que tu nube, es decir, tu madre,  donde naces, se apiaden de mí y te suelten, para empaparme y destruirme y  dejarme a mis expensas. Que su insistencia en tapar el Sol, y quitarme un día apacible no sea en vano. Porque no hay peor cosa que un día nublado sin lluvia; que un día arruinado sin dar el golpe final. No hay peor cosa que ese limbo gris que deja la nube, tu madre,  sin dejar que salgas tú, destructora de pueblos y bosques y pesares, y me des el golpe de gracia de una vez por todas. Aunque es la nube, tu madre, quien decide; ella es la que me otorga los días soleados con su ausencia, ella es quien me los quita...

La nueva luz (y vida) de mi generación

  Todos recordamos al pie de la letra lo que hacíamos ese día. Es la historia de nuestra generación; y esta generación que somos, al ser marcados por este hecho, lo llevaremos como consigna en años posteriores para rememorarlo entre nosotros, tomarlo como estandarte para nuestro progreso y narrarlo a nuestra descendencia.         ¿Dónde estábamos el día en que empezó el confinamiento? ¿Qué estábamos haciendo? ¿Cómo reaccionamos ante ello? Son las preguntas que nos hacemos ahora y que no dejaremos de hacernos (a pesar de saber su respuesta) hasta que la muerte nos silencie para siempre.          Para algunos empezó el trece de marzo, para algunos tantos una semana después, para otros nunca empezó.             Pareciera que en realidad no hay una fecha de comienzo para nadie, pues a más de un año de esto, todo lo que vivimos está tan normali...

Nada

  Mi mente, vacía, hueca;  los sesos devanándose  hasta regresar al mismo punto. Mi corazón oprimido, latiendo sin sonido y sin ton ni son; bajo el techo de la insufrible conmiseración de mí mismo. Mis pulmones llenos de aire y humo, vacíos como mi mente  y retorciéndose como mis ideas que, poco a poco desaparecen bajo la  inminente insatisfacción de la nada. La nada que no es,  que nunca será; y que nunca dejará de ser para nada dejar. Sólo abismos, profundos y negros; y cielos infinitos, oscuros y moteados con la clara claridad de pequeños fragmentos de polvo y luz. Porque sin todo no hay nada, pues si no hay algo,  la nada se vuelve todo. Y, ¿a qué llegué? A nada; sólo mi mente vacía: con nada; mis sesos regresando al mismo punto; mi corazón dejando de latir, y mis pulmones vaciándose de nuevo. De nuevo a la nada.

El pasado en la nube.

  Estaba mirando perfiles de gente que me sigue y a la que sigo, de mis amigos. De gente que conocí en el pasado y de gente que ahora ya no sé si conozco.       De personas que conocí por corto tiempo y que desaparecieron para siempre en mi vida o de personas que conocí por un largo tiempo pero que ahora ya no significan nada para mí, ni yo tengo alguna relevancia para ellas.        Todo eso enterrado en el cementerio del olvido. Un olvido total. No sé del paradero de quienes he olvidado, pero sí lo que han hecho, quiénes les comentan, sus relaciones sentimentales, a donde fueron de vacaciones o sus opiniones sobre la vida o su entorno; pero no como son en realidad.        Eso es como si los conociera, ¿no? Pues no. No los conozco en lo absoluto. Hubo gente, en el pasado, que no llegué a conocer. Hubo incluso gente que no conozco en lo absoluto. Hubo gente con la cual hice buenas mig...